jueves, 21 de junio de 2012

Zazen. Dai Do Massimo Strumia

Mucho se ha dicho y mucho se ha escrito sobre el Zen. Quién crea que el Zen es una religión o una filosofía se equivoca. El Zen, o mejor la esencia intrínseca del Zen, huye de estas dos definiciones, como de cualquier otra definición imaginable.

Es esta esencia indefinible e incomunicable la que hace que el Zen aparezca allí donde no se le espera y desaparezca allí donde se le espera. Cada vez que intentamos atraparlo huye deslizándose entre los dedos.

Podremos buscar hasta el infinito modos para expresarlo, encerrarlo y empaquetarlo con las palabras de la lógica; siempre se escapará por que precisamente este escaparse es su esencia íntima.

El Zen no es algo de lo que un día alguien puede decir: “¡Aquí está, lo he tocado!”

Ir en su búsqueda significa partir de viaje sabiendo de entrada que no encontraremos la “cosa” por la que estamos partiendo, pero no ir en su búsqueda significa negarnos a nosotros mismos una posibilidad de ver.

Por tanto parece imposible acercarse a esta esencia sin que huya eternamente, impalpable e indefinible. Este es el motivo por el que a menudo los maestros intentan indicar la vía a los discípulos renunciando al uso de la lógica habitual y confiando el mensaje del Zen a lo imprevisto y a veces al absurdo. A un interrogatorio lógico pueden oponer una respuesta absurda o, cuanto menos, no pertinente en relación a la pregunta. Por ejemplo, a la pregunta “¿Quién es Buda?”, se puede oír responder “un trozo de estiércol seco”, o cualquier otra cosa.

Hasta el infinito nuestra mente puede intentar alcanzar el Zen con los medios que tiene a sus disposición. Podrá tensarse hasta el espasmo, pero verá huir su objetivo cada vez que busque atraparlo y adueñarse de él.

El Zen se experimenta con el corazón, no con el cerebro. El solo vendrá a nosotros cuando dejemos de buscarlo, poniéndonos con mucha energía y humildad a practicar la vía del Buda que es zazen.

Zazen significa literalmente “sentarse en el Zen” y es en si mismo punto de partida y punto de llegada.

Zazen no es meditación y no es ni siquiera una forma de concentración mental.

Zazen es algo similar a una inmersión. Inmersión en aquella profundidad donde “esto-eso”, “tu-yo” desaparecen y aparece en toda su resplandeciente claridad la esencia de las cosas de este mundo. Practicar con la intención de alcanzar individualmente esta claridad es sin embargo la causa de la imposibilidad de alcanzarla.

Zazen se practica sin intención, por que en realidad no somos nosotros los que hacemos zazen, sino que es zazen quien se hace por si mismo en nosotros cuando nos ponemos con confianza en la correcta actitud interior.

Si digo: “Practicaré zazen para obtener la iluminación, el satori, el nirvana”, estoy seguramente muy lejos de la comprensión de la profunda enseñanza del Buda.

No hemos de creer que el simple hecho de practicar zazen nos conduzca por si mismo a aquella experiencia. Zazen por si mismo no es bastante. No existe en nuestra jornada un tiempo para la vida ordinaria y un tiempo para el zazen. Zazen y vida cotidiana deben convertirse en una completa unidad, una cosa debe de ser la prolongación natural de la otra.

Zen es ante todo vida, la vida en todos sus aspectos, positivos y negativos, agradables y desagradables, vivida en toda su plenitud, en profundo respeto por cada mínimo detalle.

El maestro Dōgen decía refiriéndose a la vida de un cocinero: “Tratar cada grano de arroz como a un Buda y hacer de una simple legumbre un templo”.

Esto implica necesariamente un gran amor y respeto por las cosas que nos rodean. Tomar conciencia de la realidad y vivir en armonía con todo aquello que nos circunda es ya satori, es ya iluminación.

Cada ser en lo profundo de si mismo es ya Buda. Zazen simplemente nos ayuda a experimentar esto de forma directa, sin pasar a través de los tortuosos laberintos del intelecto y de la lógica.

Sin tregua, incesantemente, los pensamiento desfilan a través de nuestra mente.

Un pensamiento aflora y se forma originado por un pensamiento precedente y, por asociación automática, crea la base para un pensamiento posterior. En un continuo intercambio se alternan, sostenidas por los pensamientos, nuestras sensaciones, las alegrías y los dolores. En cualquier caso, sin embargo, los pensamientos no tienen ninguna relación real con aquello que se va, poco a poco, viviendo.

El pensamiento es proyectado siempre hacia el pasado (recuerdos de hechos y sensaciones que nada tienen que hacer con el presente) o bien hacia el futuro (imaginaciones, deseos de algo que todavía no existe y que se desea, etc.).

Durante la práctica de zazen debemos ponernos como espectadores en relación al fluir de los pensamientos, hasta darnos cuenta claramente de los sutiles mecanismos que los producen y los concatenan.

Un pensamiento nace y, para poder existir, intenta inmediatamente echar raíces. Para lograrlo se desarrolla inevitablemente en una serie sucesiva de pensamientos.

¿Qué podemos hacer para poner fin a esta cadena que nos ata tan estrechamente? Ciertamente no podemos cerrar el paso de un río y pretender que no se colme hasta originar un lago artificial; lo que, en cualquier caso, no hará sino producir otro río, tan solo, quizás, en una dirección distinta; ni podemos, de este río, ignorar su existencia si, aunque solo sea una vez, lo hemos vislumbrado en un relámpago de lucidez.

Todo lo que podemos hacer es solo ver y dejar que fluya naturalmente siguiendo su recorrido, con sus curvas y sus ensenadas.

Allí donde existen llanuras se alargará dulcemente, donde hay precipicios se precipitará violentamente convirtiéndose en vapor y espuma, hasta el gran océano donde todos los ríos pierden su nombre y su forma.



Dai Do Massimo Strumia. Presenza consapevole, Shikan Taza
Libreria Editrice Psiche (Torino 1999)



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Traducción: Roberto Poveda
Fotografía: Zazen en un jardín sueco, Roberto Poveda

11 comentarios :

  1. Siempre agradable encontrar un trabajo sobre zazen ese imposible "cazado", nunca hallaré paz en mi mente corriendo tras él. Ahora pongo toda la energia en el acto de sentarme, un acto razonablemente enérgico. Las quimeras se alejan dando paso a las visicitudes de la crisis, nadando en esus aguas, me siento sobre los isquios.

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  2. Bello texto y necesario silencio después de su lectura.

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  3. Es muy placentero poder leer las enseñanzas Zen de los maestros. Realmente me gustaría poder adentrarme más en estas enseñanzas.

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  4. Andres, la mejor forma de adentrarse en el zen es comenzando a practicar zazen, como Daido nos dice en su texto. Es decir comenzando esa "inmersión", esa exploración interna que consiste en sentarnos en la quietud y en el silencio.

    Constatando, después, como nuestros pensamientos nos alejan una y otra vez de esa sentada y, sin embargo, persistiendo confiadamente en esa sentada, día tras día.

    Para aprender a hacer esto se puede recurrir a quién ya ha andado un trecho mayor en ese camino, es la mejor manera. O, si esa(s) persona(s) no resulta(n) apropiadas, o no se encuentra(n) disponibles, se puede también emprender ese camino solo. Esta segunda manera es difícil y peligrosa, pero es también posible.

    Lo importante en cualquier caso es perseverar, día tras día, en esa sentada y confiar completamente en en ella.

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  5. Gracias Roberto por esta exquisita traducción de Daido. En el fluir de las palabras emerge la impertinencia de romper el silencio. En Gassho
    Edgardo

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  6. Simplemente gracias; reiteradas, renovadas. No hay material que Ud. publique que no deje una huella en este lector.

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  7. Roberto: ¿por qué es peligroso practicar solo?

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  8. A Teiko. En realidad practicar solo no es peligroso, creo que es incluso preceptivo. Quién no sea capaz de practicar solo depende siempre de los demás y por tanto no sabe lo que es la práctica, que es práctica de liberación de cualquier dependencia.

    Lo que puede que sea peligroso es practicar SIEMPRE solo, quién hace esto puede descarriarse fácilmente, bien llevando la práctica por terrenos imaginarios, bien estancándose y, fruto de ello, cansándose hasta abandonar la práctica, o bien, lo que sería peor, llegando a la conclusión de que es un genio espiritual.

    Confrontarse a los demás, aunque sea esporádicamente, nos sirve de estímulo y, a la vez, devuelve humildad a nuestra práctica, aspectos ambos que son necesarios para mantener la práctica viva. Pero, al mismo tiempo, no hay nada de malo en la práctica solitaria, mayoritariamente es lo que yo hago. Actualmente 6 días de cada 7 practico solo, y ha habido temporadas en que he hecho zazen solo durante meses, pero, cuando puedo juntarme con otros amigos en el Dharma, es para mi un regalo y una (inter)enseñanza a la que le estoy muy agradecido.

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  9. Gracias Roberto.
    Abuso de tu generosidad y te pregunto: ¿es necesario tomar refugio en los Tres Tesoros para que la práctica de zazen sea efectiva o alcanza con sentarse regularmente?.
    ¿Hay algún artículo que puedas recomendarme que trate este tema en detalle?.
    Gracias!!!.

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  10. A Teiko (y a quien por aquí pase)

    Para que zazen sea de verdad zazen, lo único importante es esforzarse por mantener una postura (con el cuerpo) y una actitud (con la mente) correctas. Todo lo demás no importa.

    No debemos practicar zazen para obtener algo, como la paz interior, sentirnos mejor, el satori, para creernos así buenos budistas, sentirnos bien integrados en un determinado grupo o cualquier otra cosa. Hemos de practicar zazen solo por zazen mismo.

    Como esto es en realidad imposible, y nuestra mente egoista siempre va a intentar introducir alguna "finalidad" por la puerta de atras, nuestro zazen debe de ser cotidiano, lúcido y humilde. De esta forma poco a poco dejaremos de practicar zazen y será zazen el que nos practique, así nuestro ego irá con el tiempo volviéndose cada vez más trasparente.

    No practicamos para ganar nada, para engordar nuestro ya sobrecargado ego, sino para perder peso, para volvernos ligeros. Como se dice en el zen; "ganar es perder, perder es ganar".

    Respecto a los ritos, como el que nombras, si practicas alguno con el espíritu que he intentado describir antes, y mantienes este espíritu día tras día, un rito no tiene por que molestarte, incluso en algunos casos puede representar un estímulo. Pero si falta este espíritu, no será más que forma muerta. En cambio si eres capaz de mantener este espíritu día tras día, prescindiendo de todo rito, te será igualmente beneficioso y tal vez incluso ayude a tu práctica al renunciar a respuestas preconfeccionadas, aunque te hará andar de una forma algo más solitaria, lo que no siempre es fácil.

    Yo, por mi parte, soy poco aficionado a los ritos de importación (e incluso a los autóctonos), pero esto es una cuestión personal. Es a ti a quién debes de mirar, a nadie más. Nadie puede practicar por ti, nadie puede decidir por ti, sino la práctica del budismo zen no sería una práctica de liberación sino de sumisión.

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  11. Gracias Roberto. Mi pregunta se originó al leer el artículo de Eric Rommeluere "¿Es posible un zen a la occidental" donde él dice "no puedo pensar el Zen fuera del budismo". Para estar "dentro" del budismo entiendo que es necesario hacer la ceremonia de la Toma de Refugio.
    De todas maneras tu respuesta responde perfectamente a mi interrogante.

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