domingo, 19 de enero de 2014

Práctica adulta - 6, ¿Todavía falta algo?. Muhō Nölke



El mes pasado escribí sobre la “práctica del adulto” usando las dos primeras de las “ocho cosas de las que se da cuenta un verdadero adulto”, que son “pequeño deseo” y “saber que se tiene suficiente”. Dije algo sobre el hecho de que ser un adulto significa darse cuenta de que lo que la vida te ofrece en este preciso momento ya es suficiente, y que no hay ninguna necesidad de buscar algo mejor en otro lugar. Cuanto más deseas más te parecerá que algo falta, y eso te causará sufrimiento. Entonces, un adulto simplemente deja de desear más que lo que la vida le ofrece justo aquí y ahora.

Esto puede sonar muy bonito, pero ¿no crees que es mera teoría sin ninguna relación con la realidad en la que vivimos? Si fuese así, deberías dejar de leer esto ahora mismo, y yo debería dejar de perder el tiempo escribiendo. Pero por supuesto, estoy intentando hablar no sólo de teoría, sino tratando de arrojar algo de luz en lo que llamo “práctica del adulto”. “Práctica” significa vida diaria, y nunca “teoría”, a pesar de que a veces la teoría puede ayudarnos a aclarar nuestra práctica. Tenemos que tener cuidado en no teorizar sobre nuestra práctica, sino en ponerla en práctica, darse cuenta y manifestarla en nuestra vida. Si no nuestra práctica realmente se convertirá en mera teoría.

Entonces, ¿por qué es que conceptos como “pequeño deseo”, “saber que se tiene suficiente” o “darse cuenta de que uno ya tiene suficiente si deja de desear más de lo que la vida nos ofrece en este momento” nos suenan como teorías vacías? ¿No será porque todavía en el fondo seguimos pensando que “todavía falta algo”, aunque hayamos entendido intelectualmente que la realidad tal y como se presenta ya es suficiente? Yo creo que aún después de años de práctica del budismo tenemos esa sensación de que “algo falta”. Todavía queremos algo mejor, un poquito más de caramelos, de felicidad o de iluminación. Entonces en vez de contentarnos con lo que la vida nos ofrece justo ahora, si somos honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta de que nunca tenemos suficiente con lo que tenemos y que siempre deseamos más, aunque no sepamos ni siquiera qué es lo que falta exactamente. ¿Por qué será?

Sawaki Kodo Roshi dice: 

¿Algo falta en zazen? ¿Qué falta? A zazen no le falta nada, ¡es solo el iluso del humano que se sienta en zazen que piensa que algo le falta!     Algo falta – solo siéntate en zazen. Algo falta – practica zazen con tu cuerpo. Algo falta – manifiesta zazen con tu cuerpo.

Pero, ¿por qué falta algo? Si “la práctica del adulto” realmente significa dejar de desear más de lo que la vida nos ofrece justo ahora, ¿cómo podemos pensar que falta algo? Por lo menos durante zazen, deberíamos pensar que realmente no hay nada que falte, ¡que ya tenemos todo lo que necesitamos!

Sawaki Roshi da una respuesta cuando dice que “es el iluso del humano que se sienta en zazen el que piensa que falta algo”. No hay ningún fallo en el zazen que practicamos. Son solo nuestros ilusos y engañosos pensamientos que acompañan a la práctica los que nos convencen de que “todavía falta algo”. Entonces, para nosotros que somos seres humanos ilusos, siempre falta algo. Es así de natural. Por otro lado, no debemos de olvidar que al mismo tiempo que somos seres humanos, también somos buda. Ser buda significa estar conectado con la realidad absoluta en la que no es posible que nunca falte algo. Aún cuando pensamos que todavía nos falta algo, una parte de nosotros se da cuenta perfectamente de que no se puede desear más de lo que tenemos. Somos a la vez seres ilusos y budas, a la vez infantiles y adultos. Yo creo que todos tenemos esta estructura doble, casi esquizofrénica, de la mente, y no creo que sea posible descartar ninguna de las dos partes en favor de la otra. El problema entonces, para un verdadero adulto, es cómo estas dos partes se relacionan entre sí. ¿Quieres vivir tu vida dejándote llevar por esa parte infantil que siempre clama que falta algo? Un verdadero adulto se sienta, estable, en esta realidad donde “algo falta todavía”, manifestando zazen con su cuerpo aún cuando sus pensamientos desean “algo más”. Sawaki Roshi también dijo: “zazen significa sentarse firmemente mientras falta algo”.

Hay un famoso koan Zen, conocido en Japón normalmente como el “koan del caracter Mu”. Es sobre un monje que pregunta al maestro: “¿Y este perro. Tiene naturaleza de buda o no (mu)?”. Y el maestro contesta “¡Mu (no)!”.

La palabra “koan” literalmente significa “caso público”, como un intercambio entre el profesor y el alumno o algún dicho o caso de algún maestro que más tarde sirvió como modelo de expresión de la verdad. Recientemente, la palabra “koan” se ha empezado a usar para referirse a cada pregunta de la recopilación que un monje tiene que ir “resolviendo” durante su tiempo de formación con un profesor de koan. El estudiante entra en la habitación y se encuentra cara a cara con el maestro, lo cual se llama “dokusan”. Primero el estudiante lee el koan, luego el profesor le pregunta por la respuesta. El estudiante ha preparado ya una frase o una acción para expresar su comprensión. Si el profesor la aprueba, el estudiante continuará con el siguiente koan, si no lo intentará de nuevo con el mismo. En el caso del “koan del caracter Mu”, el estudiante seguramente pasará si simplemente grita “¡Muuuuuuu!” con una voz profunda que salga directamente de su “hara”, para demostrar que se ha “hecho uno con Mu”. Es importante señalar que el koan se llama “koan del caracter Mu” en japonés y no “koan Mu”. Porque se trata de hacerse uno con el caracter Mu, no hacerse uno con algo como “la nada absoluto” o “el concepto místico oriental de vacío” como algunos filósofos han pensado. Como koan moderno, “Mu” no tiene otro significado que “¡Muuuuuuu!”.

Otros koan requieren que el estudiante le pegue una bofetada al maestro o hagan como que se hacen pis en él. Las respuestas a los koan pueden ser, de hecho, tan inocentes y entretenidas como el juego de los niños. No es exactamente lo que llamaríamos “práctica del adulto”, los koan en algunas tradiciones zen se usan como medio para llegar a una meta, y no como meta en sí mismos. Como instrumento para llegar a una meta yo creo que los koan sirven para liberarnos de la prisión del exceso de pensamientos de nuestra mente. Pero esta liberación de los pensamientos tiene lugar a través de una infantilización artificial de nosotros mismos, como volver a un estado de bebé – en el zen esto se llama “volverse completamente idiota”. En algunas tradiciones, “volverse completamente idiota” se considera el primer paso necesario para la práctica zen.

Bueno, no quiero seguir discutiendo sobre las ventajas e inconvenientes del “zen koan”. Me gustaría concentrarme en algunos aspectos interesantes del “koan del carácter Mu”. Cuando el monje pregunta: “¿Y este perro. Tiene la naturaleza de buda o no?”, no solo se refiere a cualquier perro. Cuando dice “perro” también se refiere a esa parte de sí mismo que se puede expresar mejor como “perro”. El Budismo enseña que todos somos budas, ¿pero puede ser que este parte “perro” nuestra sea buda? La respuesta del maestro no fue “¡Muuuuuuu!”, sino un tajante “¡no!”. Hay una clara diferencia entre un iluso ser humano y un buda. Como ilusos seres humanos, estamos lejos de ser “budas tal y como somos”. El koan continúa con otra pregunta del estudiante: “si el Budismo enseña que todo tiene naturaleza de buda, ¿cómo es que este perro, yo mismo, no la tiene?” El maestro responde: “por la naturaleza kármica”. Como budas, tenemos naturaleza de buda, cierto, pero como seres ilusos nuestra naturaleza es “karma”, y vivir nuestra vida arrastrados por el karma es muy diferente de vivir como un buda.

Es interesante, porque este maestro, en otro momento, respondió a la misma pregunta de manera opuesta. El monje pregunta “¿Y este perro. Tiene naturaleza de buda o no?”, y el maestro contesta “¡si que la tiene!”. Ni siquiera para un perro, como tú o como yo, hay manera de escapar de la realidad absoluta, de la “naturaleza de buda”. Un ser humano iluso no es lo mismo que un buda, pero tampoco se pueden separar. Un buda trasciende al ser humano, pero al mismo tiempo abarca y abraza al ser humano. El monje continúa: “Dices que este perro tiene naturaleza de buda, pero ¿por qué la naturaleza pura de buda se manifiesta en ese feo estado de la existencia?”. Cuando me miro a mi mismo honestamente veo sólo deseos, odio, falsa ilusión - ¿cómo podría la “naturaleza de buda” manifestarse aquí? La famosa respuesta del maestro es: “es algo intencionado”. Un ser iluso no es más que un ser iluso. Un buda no es menos que un buda. Un ser iluso y un buda no son la misma cosa, pero cuando un ser humano iluso, en medio del karma y la falsa ilusión, toma refugio en los votos y vive una vida de práctica, el ser con naturaleza de karma se convierte en un ser con naturaleza de votos, y un buda y un bodhisattva, un verdadero adulto, se manifiesta deliberadamente. Un bodhisattva o adulto es un ser que vive en la falsa ilusión siguiendo los votos. Buda y ser humano nunca se pueden separar, aunque tampoco son uno. Vivir siguiendo los votos, vivir como adulto responsable, y vivir en el karma, como un niño grande, son dos formas completamente diferentes de vivir nuestras vidas. Un adulto elige “deliberadamente” usar esta existencia kármica humana para vivir la vía de buda.

Soy iluso, y soy buda. Soy un niño grande y soy un verdadero adulto al mismo tiempo. La cuestión es cómo estas dos partes de mí se relacionan entre sí. Igual que una madre lleva a su hijo de la mano, mi adulto guía a mi parte infantil dejándola seguir la fuerza de gravedad de zazen. No hay ninguna necesidad de intentar de forma neurótica “educarme” a mí mismo, como hacen algunas madres cuando su hijo no para de llorar. Cuando el padre ama a su hijo de forma natural, y el hijo de forma natural sigue al padre, se hace obvio cómo el ser iluso y kármico, el “perro”, está al mismo tiempo conectado al buda adulto o bodhisattva que vive siguiendo los votos.

Zazen significa sentarse firmemente mientras algo falta”.

Ser traspasado por la mirada de zazen, ser reprendido por zazen, ser obstruido por zazen, ser arrastrado por zazen para un lado y para el otro, llorar todo el tiempo – ¿no es esta la forma más feliz de vivir que podemos pensar?”.

Solo con la resolución firme y estable de un adulto podemos probar esta “felicidad”. Desgraciadamente, no existe para mentalidades de tres años. Para mí el adulto firme y estable y el niño de tres años para el cual siempre falta algo, existen paralelamente. Pero esta doble estructura no es una forma de esquizofrenia o de auto-contradicción. Si practicamos de forma madura, esta estructura inherente que tenemos puede dar un gran impulso a nuestra práctica. En el Genjokoan, Dogen Zenji dice: “Cuando el dharma todavía no llena el cuerpo-y-mente, piensas que ya tienes suficiente dharma. Cuando el dharma llena el cuerpo-y-mente, te das cuenta de que falta una parte”.

Cuando nos referimos a la práctica del dharma, pensar que ya tenemos suficiente es infantil. Es ahí donde el adulto se da cuenta de que “todavía falta algo”. Cuando estamos satisfechos con nuestro zazen, es seguro que hay algún fallo en nuestro zazen. Por el contrario, es cuando practicamos zazen de verdad cuando nos damos cuenta de que todavía falta una parte. Nada falta en la parte de zazen, claro. Pero como seres humanos tenemos defectos, nuestro lado infantil, y cuanto más madura se hage nuestra práctica más claramente nos daremos cuenta de nuestro lado infantil e iluso. Gracias a darnos cuenta de esto seguimos practicando y dedicándonos a la vía, mirándonos a nosotros mismos desde diferentes ángulos. En el momento en que estamos satisfechos con nuestra práctica, que nos felicitamos por nuestros logros, hemos vuelto al estado en el que se piensa que ya tenemos suficiente de lo que nunca se puede tener suficiente: Dharma. Y es sólo cuestión de tiempo que volvamos a quejarnos y lloriquear porque “todavía falta algo”. Lo único que falta es un acercamiento maduro y responsable a nuestra práctica.

Además de “pequeño deseo” y “saber que ya se tiene suficiente”, hay otras seis cosas de las que se da cuenta un verdadero adulto: “Disfrutar la quietud (no ocuparnos con cosas irrelevantes)”, “Esforzarse en practicar (asumir la responsabilidad de nuestra vida)”, “No olvidar nuestra resolución (¿Por qué practico?)”, “Practicar samadhi (manifestar zazen con el cuerpo)”, “Practicar la sabiduría (poner “la práctica del adulto” realmente en práctica)”, “No hablar superficialmente (mera teoría)”. En vez de explicar el resto de las características, me gustaría hablar un poco sobre cómo llegué a Antaiji por primera vez y lo que experimenté allí. 

Continuará. 


Muhō Nölke 
http://antaiji.dogen-zen.de/esp/abbotmuho.shtml

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Traducido y publicado con la autorización del autor

Traducción: Susana Dauden

Fotografía: Roberto Poveda. La otra orilla, Dinamarca, 2012


13 comentarios :

  1. Me parece bastante informal que alguien inmerso en el mundo del Zen se ponga a expresar de forma pública algunas de las posibles respuestas a un koan, y me lo parece más aún cuando quien lo hace es un Maestro del Zen (como creo que es este señor).

    Un saludo.

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    1. Esa respuesta no es la respuesta del koan Mu, Infinitocero, de hecho ningún maestro con experiencia en koans la aceptaría. De modo que, los que trabajais el koan Mu, ¡se siente! la respuesta no es válida. Volved al cojín :))))

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    2. No estoy seguro, porque no soy Maestro ni he pasado muchos koan, pero tengo la impresión de que en la respuesta al koan no se trata de lo que dices o haces, sino más bien del modo en que lo dices o haces. Por esto, creo que un koan puede tener varias respuestas -palabras o acciones-, pero sólo un modo en que dichas palabras o acciones se expresan para cada koan (un modo que rebela al Maestro tu estado interior en el momento de ofrecerle la respuesta)... O puede que esté equivocado...

      No estoy trabajando el koan MU, pero por cómo te expresas acerca de él intuyo que debe de ser muy efectivo... como una bola de bolos (Mu) deslizándose que hace pleno derribando la totalidad de los palitroques (la mente).

      : )

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  2. Estimado Roberto, he leído con interés el teisho del maestro Muho. Veo que habla del koan MU entre otras cosas, pero por la manera que habla, me doy cuenta de que no ha pasado la barrera. Dice que la respuesta al koan es decir Muuuuu... Bueno, no digo que no pueda ser esa la respuesta, pero desde luego por decir Muuuu... a nadie le pasarán el koan. La respuesta del koan Mu es.... Bien, no hay realmente una respuesta, aunque algunos maestros parecen esperar cierta palabra o palabras. Para mí eso no es verdadero zen, es zen de zorro. Si hubiera una respuesta al koan, el koan sería una práctica ridícula. Si de algo estoy seguro es de que no hay respuesta alguna al koan Mu. Los demás koans son otro asunto, pero el koan Mu es para traspasar la barrera, no para dar una respuesta.

    Claro está que traspasar la barrera no significa que hemos traspasado la barrera. Ese es el punto, y por eso algunos maestros dan más koans al discípulo. Esto ocurre en la escuela Sanbo kyodan, pero también en la de Philip Kapleau, y muchas otras escuelas zen occidentales. Pero Tangen Harada Roshi daba solo el koan Mu, no daba ningún otro koan. El koan Mu es especial. El Abad Muho es demasiado joven todavía para poder saber mucho de Zen, me temo. En el futuro quizás sea un gran maestro. Dejemos que el futuro se escriba en su momento. Hoy no es el futuro del Maestro Muho. Hoy es hoy.

    Saludos desde L'Ariol, Roberto, extensivos al resto del grupo.

    _/\_

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  3. Es cierto que la visión que da de los koans es muy superficial. Quizá eso da una idea de cuan poco se deben conocer entre sí, soto y rinzai en el mismo Japón.... Lo cual ampliándolo un poco (quizá me paso) advierte de los riesgos de "las sectas", "la estrechez de miras" y sobreto do ese gran mal de la espiritualidad de "lo mio es lo correcto y lo tuyo no sirve para nada". El que cree en los koans desprecia los jhanas, el que hace shikatanza descarta la auto-indagación, el practicante vipassana no cree que el dzogchen lleve a nada, etc, etc, etc...

    Suerte que todos son budistas...

    Un abrazo a todos.

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  4. Muho estuvo durante un año en un monasterio Rinzai japonés. Imagino que lo que describe irónicamente es la situación de una práctica esclerotizada que es bastante probable que se de por aquellos parajes. En Japón, por lo menos en el soto zen, y es posible que también en el rinzai, los monasterios de formación a donde acuden los monjes no son sino lugares de formación del clero. En el soto, en algunos momentos de su "cursus" lo monjes tiene que enfrentarse a lo que llaman el combate dharma, una sucesión de preguntas a la que tienen que responder para demostrar cual es su "comprensión" del dharma. Existen manuales donde se encuentran codificadas de manera estereotipada las preguntas y las respuestas. He oído que igualmente en el rinzai existen en Japon libros que contienen las respuestas a los koan. En general en Japón la situación del zen es al parecer bastante lamentable. Se ha convertido en una iglesia, fosilizada como todas las iglesias viejas, que bajo un capa superficial de barniz se dedica en realidad a administrar intereses mundanos. No creo que lo que dice Muho sea por desconocimiento, pues lleva más de la mitad de su vida viviendo en Japón, y allá un hombre del clero zen conoce suficientemente, aunque no sea su propia elección, lo que las otras corrientes hacen, de la misma manera que, aquí, un dominico conoce, por lo menos en lineas generales, cuales son las diferencias y similitudes entre su práctica y la de un jesuita.

    Creo que para juzgar a un enseñante budista no podemos dejarnos llevar por las apariencias y por aquello que nosotros "imaginamos" que debería de ser un enseñante budista completo. Eso no es más que una fantasía en nuestra cabeza, ilusoria y vana, y al final fuente de insatisfacción como es todo lo producido por nuestra mente. Tampoco creo que, para poder hablar de una verdadera relación maestro-discípulo, baste con encontrarse de vez en cuando con alguien reputado como tal. Considero que ese difilisimo acto de trasmisión del corazón del dharma de una persona a otra solo puede realizarse cuando ambas perosnas comviven juntas durante un tiempo muy largo, no durante días, sino durante meses y años, durante un tiempo que esté más allá de nuestros calculos limitados de principio y fin. Eso es algo que, excepto tal vez 5 o 6 personas en toda Europa, no conozco a nadie que lo haya hecho. Nuestro camino, en tanto que laicos, se recorre por otros derroteros, en realidad, si se piensa honestamente, todavía más dificiles y llenos de obstáculos que los de un monje.

    Yo no doy por bueno todo lo que Muho dice, ni lo que dice nadie, para mi no existen maestros perfectamente iluminados, excepto tal vez el Buda (pero explicar que quiere decir el Buda sería un asunto muy largo, pues no se solapà exactamente con el señor Sakyamuni, fuese este quién fuese). Existen tan solo personas que siguen con honestidad y empeño este camino, tropezando a cada instante, pues son, todos lo somos, seres ilusos, y entre estas personas algunos puede que hayan pasado ya por trechos del camino que pueden ser ilustrativos para mi propio proceso.

    Si leo con interés lo que Muho tiene que decir, que decirme, no es por que lo considere un gran maestro iluminado, no considero así a nadie; sino por que su escuela, Antaiji, o más bien los frutos que ella ha dado, me hablan a mi de una manera directa e íntima que no había conocido antes; y por el testimonio que de el me da Susana, la joven traductora de estas entradas, que ha estado durante un año viviendo en Antaiji y lo conoce personalmente.

    No creo que Muho tenga ningún interes en pasar ninguna barrera, ni en alcanzar ningun estadio particular de iluminación. En Antaiji la vida budista se vive fundamentalmente con el cuerpo, con el sudor, con la fatiga derivada de una vida basada en la autosuficiencia y en la práctica de un zazen sin expectativas . Es eso lo que a mi me interesa, cómo vivir de verdad, a la luz del Buda, mi propia vida, día tras día, no alcanzar ninguna meta en particular.

    Gracias a todos por participar.

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    1. La verdad si no fuera el zen, como una via a la propia vida y vivirla sinceramente, no valdría de nada. A mi particularmente el Zen del maestro Dôgen me ha marcado mucho, pues me ha dado ciertas pistas a trabajar para vivir la vida de una forma plena y sincera. No hay otra posibilidad, ni otra facilidad. Uno debe aprender a vivir su vida desde una actitud, pues una vez qu descubres el juego, no te queda otra. Shohaku Okumura escribió que no sabia cual era el propósito de su vida y que con su maestro pudo descubrirlo. Ahora mismo para mi es igual, mi vida es un constasnte esfuerzo por realizarlo, aún asi me enredo y tengo que seguir desenredando, trabajando mis acciones o sentadas presentes. Encontrar la via es un compromiso de seguir caminando. No quiero que piensen que digo esto de forma arrogante, sino de forma humilde y sincera. Solo he encontrado la mina, extraer o vivir la vida es solo cosa mia, si yo no lo hago nadie puede hacerlo por mi y hay que hacerlo ahora. El Tenzo Kyokùn es una gran enseñanza del maestro Dôgen.

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  5. Con frecuencia, especialmente en el zen, aunque por indicios me da la impresión que no solo, se considera que la propuesta es la de realizar algo, una operación, un logro de la mente sobre la mente. Creo que esto es algo que puede derivar, como en occidente, en experiencias similares al "extasis", de la misma manera que ocurre entre los misticos occidentales. A mi estos "extasis" no me interesan. Al principio de mi práctica volvi alguna vez mis ojos extraviados en esa dirección y accedí también a algunas emocionantes experiencias de eso que parece interesar a tantos: experiencias de no-dualidad, de desaparición fulgurante del yo, de visión clara de la inconmesurable belleza sin tacha de todo lo que existe. Pero después comprendí afortunadamente que aquello no era más que una dimensión superficial de lo propuesto por el Buda, y que lo que estaba en juego era algo mucho más importante, mucho más urgente, que no se limitaba a lo que pasaba por mi cabeza, entendí que lo que está en juego no es otra cosa que mi propia vida.

    Por si a alguién le interesa, desde una óptica occidental, cristiana, leer algo respecto a como en esas "fulguraciones" del alma no es donde se encuentra el verdadero camino religioso, le recomendaría leer o releer los comentarios a la "Noche oscura" de Juan de la Cruz. Este libro empieza precisamente allí donde los "gustos" espirituales cesan, y donde la fe pasa a ser de infantil (como en el títulod e la serie de Muho) a adulta: "Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se convierte a servir a Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y regalando, al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos le calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le trae y le regala. Pero, a la medida que va creciendo, le va la madre quitando el regalo y, escondiendo el tierno amor, pone el amargo acíbar en el dulce pecho, y, abajándole de los brazos, le hace andar por su pie, porque, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales.

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    1. Si, lo que estaba en juego era tu propia vida, y por eso diste marcha atras. Es una experiencia bastante frecuente. Pero siempre puedes volver a la carga.

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  6. Gracias Daido :)

    Esta tarde tenemos sesión de zazen y les trasmitiré tu saludo.

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    1. Se agradecen mucho, pero mucho los comentarios en juego. Muy especialmente el De Roberto.

      Gasshô

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  7. Gracias Ku por tu comentario. Pero creo que es importante subrayar que aquel camino hacia el que yo vuelvo mi ojos no es el único camino. Para otras personas, con otras sensibilidades, el camino, el sendero, la vía pueden discurrir por otros derroteros. Tras más de 2500 años de historia hablar de budismo es equívoco, no existe un budismo, sino múltiples budismos.

    Ahora bien, sí que creo que después de calibrar seria y profundamente, durante bastante tiempo y con suficiente honestidad hacia sí mismo, cual es la herramienta que mejor se acopla a las dimensiones concretas de nuestra mano, hay que seguir ese camino con total determinación, sin apartarse de él… hasta que se transforme, hasta permitirle que se trasforme en nuestro verdadero camino, y entonces, para nosotros, ese camino se convierte en El Camino, en el único camino en el que cobra se hace real y cobra sentido (para cada uno) la salvación.

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  8. ¿Hasta que se transforme en nuestro verdadero camino? Creía que ya estábamos en él.

    _/\_

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