domingo, 25 de mayo de 2014

Práctica adulta - 13. Sentarse más allá de la teoría. Muhō Nölke








Mucha gente piensa que para zazen, primero se ajusta el cuerpo, después la respiración y por último ajustas la mente – y es exactamente la mente por lo que la gente más se preocupa. Pero esto es un error; porque el cuerpo, la respiración y la mente no están separados. Para ajustar la postura física, hay que ajustar al mismo tiempo la respiración y la mente. Por eso, si después de los años todavía piensas que algo falla en tu práctica de zazen, en vez de probar una técnica nueva de respiración o tratar de tener la mente más atenta, yo recomiendo que una vez más trates primero de ajustar la postura de tu cuerpo. Muchos pensarán que concentrarse en la postura del cuerpo es sólo para principiantes. Bueno, si es así, deberían volver a esa mente de principiante. Por supuesto, observar la respiración o contar las respiraciones también son buenas técnicas, y encararse al gran koan “porqué estoy aquí, qué hago aquí, porqué hago zazen, para qué he nacido, para qué voy a morir o quién soy” es desde luego importante. Pero si intentas trabajar en ello con una postura con la que pareces una gallina picoteando, nunca vas a encontrar una respuesta. Si no estás satisfecho con tu zazen incluso después de años y años, observa tus caderas, tu columna, observa tu mandíbula. Si ves que las caderas están hacia atrás, colócalas hacia delante para dar a la postura mayor estabilidad. Si la espalda está doblada, estírala de nuevo. Empuja la mandíbula hacia atrás y la cabeza hacia arriba como si quisieras romper el techo con el cráneo.

Sawaki Roshi dice: “Zazen es el Buda que formamos con nuestra carne humana cruda”. En realidad, zazen no es fácil de practicar en un templo en una montaña remota con sólo otras 4 ó 5 personas, con la carretera arrasada por un tifón – hay que reconstruir la carretera, subir a pie la gasolina y otras provisiones hasta arriba de la montaña, hay que llevar al pueblo el arroz que se va a vender, hay que cuidar los huertos y hay que cortar madera en el poco tiempo libre que queda; todo eso no deja casi energía cuando toca sentarse en el cojín para zazen. Las caderas se van hacia atrás, la espalda se dobla y la gente se duerme. Pero es ahí donde empieza la práctica adulta. Sería infantil excusarnos diciendo que es natural quedarse dormido cuando se está exhausto. Pero ¿para qué hemos venido aquí? Cuando estamos agotados, nos tenemos que sentar en el agotamiento. Nos sentamos con nuestro cuerpo cansado. Cuando lo intentemos, veremos que es posible. Depende de nosotros manifestar zazen – sentarse erguido de cara a la pared.

Nos sentamos con nuestro cuerpo, no con nuestro cerebro. Este problema no es nuevo en el Budismo, existió también en la época de Dogen Zenji. A veces se dice que Dogen fue el primero (o uno de los primeros) en transmitir zazen de China a Japón, pero en realidad ya se conocía y practicaba como técnica de meditación en Japón desde muchos siglos antes, especialmente en la secta Tendai donde Dogen practicó cuando era joven. Zazen no solo se practicaba como una más entre otras prácticas, había manuales extremadamente elaborados sobre los entresijos de la técnica. El más extenso de ellos es el llamado Maka-shikan, en japonés, que significa algo así como “el Gran Tratado sobre Parar y Ver”. Parar se refiere a lo que en la lengua Pali es samatha, mientras que ver es vipassana. Este tratado cuenta durante cientos y miles de páginas cómo trabajar con toda clase de problemas durante zazen, especialmente sobre cómo ajustar la mente.

Comparado con el Maka-shikan, el Fukanzazengi de Dogen Zenji no sólo es mucho más corto, sino también menos profundo. Un trabajo sobre zazen, tan rico como el “Gran Tratado sobre Parar y Ver” debería ser llamado el manual de los practicantes adultos. El joven Dogen leyó, por supuesto, este tratado, pero con él no resolvió sus dudas sobre la práctica. Se puso en camino hacia China donde dejó caer cuerpo-mente en zazen y volvió a casa “con las manos vacías”. De vuelta a Japón escribió el sencillísimo Fukanzazengi y fué tan lejos como para negar el budismo de aquella época. Pero ¿porqué haría esto? Dogen Zenji dijo que el budismo japonés de aquella época era solamente enseñanza de letras: sutras y tratados budistas. Aunque zazen se practicaba como técnica de meditación, se entendía de forma intelectual, no se manifestaba como “el Buda que formamos con nuestra carne humana cruda”. Los budistas de la época de Dogen (¿quizás igual que muchos budistas hoy en día?) intentaron comprender la mente con la mente, una iniciativa esencialmente ineficaz para los ojos de Dogen. Para los budistas experimentados, por otra parte, el Fukanzazengi de Dogen debió parecer como una introducción a zazen para principiantes, con tanto peso como un pedo: “alinea las orejas con los hombros y la nariz con el ombligo” - ¿quién no sabe por lo menos eso? Las teorías budistas de la época de Dogen (y no solo estas) no estaban interesadas en tópicos como ese. Querían saber cómo alcanzar el estado de “satori”.

Es importante entender que clarificar la mente con la mente es igual de imposible que entender “satori” a través de investigaciones teóricas. Por eso es por lo que Dogen pone énfasis en la postura física. Cuando intentamos ajustar la mente con la mente, podemos desconectar y tener experiencias místicas de todo tipo, pero fallaremos en estar despiertos en el aquí y ahora. Ahora quizás entendamos porqué Dogen habla tanto en el Fukanzazengi sobre el entorno e incluso la ropa con la que nos tenemos que sentar, luego explica la postura en detalle, y sobre la respiración y la mente dice poco más que: 

una vez que has ajustado la postura, coge aire y exhala completamente, mueve tu cuerpo a derecha e izquierda y fija firmemente la postura, sentado inamoviblemente. Piensa en no pensar. No pensar, ¿qué tipo de pensamiento es ese? Deja los pensamientos ir (no-pensar). Este es el arte esencial de zazen”. 

Y Sawaki Roshi dice: 

el Zen no es espiritual, lo hacemos con el cuerpo”. 

Aún así, parece que siempre intentamos entender intelectualmente antes de querer “hacerlo con el cuerpo”. Por eso “nuestra cabeza se estanca en la puerta de entrada, mientras que el cuerpo no sabe cómo salir”. Esto es exactamente la impresión que tengo de los artículos del anuario de Antaiji que cité anteriormente.

Pero no tengo esta impresión sólo por los artículos de mis compañeros del Dharma, también la tengo por lo que yo mismo escribí. Por ejemplo, en la introducción a la práctica de Antaiji que escribí cuando todavía estaba estudiando en Kyoto:

Este es un lugar donde puedes crear tu vida como la práctica del bodhisattva. Aunque se espera que vivas de forma armoniosa con los demás en Antaiji, la responsabilidad sobre tu práctica recae solamente sobre ti. No hay nadie que viva tu vida por ti. Nadie te va a limpiar el culo.
Lo que es más importante es no usar la vía de buda para tus propios intereses, sino dejar tus propias ideas y entregarte completamente en la práctica de la vía. Para esto, tienes que tener clara la base de tu práctica y el motivo que te trae aquí. Si esperas algo más de lo que la vida te puede ofrecer en este preciso momento, acabarás decepcionado. Asegúrate de que sabes por qué vienes aquí – no te fastidies ni a ti mismo ni a los demás”.

En cierta manera, estas palabras eran tan pretenciosas como las del anuario de 1992 que cité en el pasado artículo:

“En Antaiji, nadie va a hacer tu práctica. Tienes que buscar el camino por ti mismo, y lo tienes que andar también por ti mismo. Aunque el lugar para la práctica estará naturalmente abierto. El objetivo de la práctica NO es conseguir ver algo que no se pueda ver con los ojos de la cara. La verdad es simple y abierta para que cualquiera la pueda ver. Es la “profundidad de lo ordinario”. La “profundidad” es la profundidad de practicar esta verdad ordinaria. Cada uno de nosotros tiene un “templo” en su corazón. La pregunta es solo cómo manifestamos ese “templo”, el lugar de nuestra práctica, durante las 24 horas del día. La pregunta es ¿cómo puedo crear Antaiji, justo aquí y ahora?

Lo que dicen estas palabras no es del todo erróneo, pero expresan solamente un entendimiento intelectual que no está acompañado de la práctica. Estaba persiguiendo un ideal, sabiendo que el Zen está más allá de la teoría, pero hasta esto, saber que “el Zen no es teoría”, era otra teoría en mi cabeza.






Muhō Nölke

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Traducido y publicado con la autorización del autor
Traducción: Susana Dauden
Fotografía: Internet





1 comentario :

  1. Lo cierto es que esta entrada es especialmente valiosa para mí. De principio a fin.

    Aún así quiero resaltar y que no se me olvide nunca: "Zazen es el Buda que formamos con nuestra carne humana cruda".

    gasshô :)

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