¿Para qué sirve zazen?. Ante esta pregunta Kodo Sawaki respondía que zazen no sirve para nada. Su finalidad no es servir para algo, conseguir alguna cosa, sino practicar y profundizar el despertar. Practicar zazen es practicar el despertar en si mismo, nada le falta ni nada le sobra. Issho Fujita, heredero del dharma de Koho Watanabe (séptimo abad de Antaiji y segundo después de Kodo Sawaki) profundiza en este texto sobre el sentido de esta desconcertante propuesta consistente en simplemente sentarse sin hacer nada más.
(Este artículo es una traducción de la traducción al francés, publicada en La demeure sans limites, del texto original de Issho Fujita)
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Zazen sin ganar nada
Issho Fujita
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“El mundo en su totalidad no está nunca escondido” - los miles de cosas que aparecen claramente frente a nosotros son en si mismas la manifestación completa del Yo original, esto es lo que expresa el Maestro Dôgen con Genjokoan. Este término expresa la enseñanza de la naturaleza absoluta de la realidad, lo creamos o no, se practique o no, cualesquiera que sean nuestras circunstancias personales. No es pues cualquier cosa “lejana” que alcanzaremos por un esfuerzo humano que implique fe y práctica. Sino es más bien en otro sentido: por que fe y práctica son ya la actividad humana al interior de la realidad, es ya alguna cosa “íntima”, “próxima”.
Sin embargo mientras vivamos sobrecargados por nuestros pensamientos y nuestras emociones nunca será posible tener fe en este “presente absolutamente perfecto”. Estamos todos creando, por estos pensamientos y emociones, la impresión de que hay alguna cosa que sobra o alguna cosa que falta. Miramos siempre este presente imperfecto con dudas: “¿Verdaderamente está bien así?” y no podemos estar tranquilos. Y hacemos esfuerzos, poco a poco o explosivamente, para atrapar la “perfección”, pasando nuestra vida con miedo, bien de no tener aquello que se desea, bien de perder lo que se ha obtenido. Desgraciadamente, a pesar de todos nuestros esfuerzos, incluso manipulando o desarrollando nuestros pensamientos y emociones, nunca será posible alcanzar de esta manera el “presente absolutamente perfecto”.
Esta realidad de la “verdadera forma de todas las cosas”, el “mundo en su totalidad que no ha estado nunca escondido”, este Genjokoan no puede ser atrapado ni con el pensamiento, ni con la emoción. La lucha en sí del espíritu que busca ganar algo nos impide experimentar este gran secreto abierto. No es sino cuando estamos tan solo sentados, habiendo abandonado la persecución de ideas imaginarias que hemos construido en nuestra cabeza a propósito de esa “perfección”, que es posible reencontrar el presente, en el cual, desde el principio, no hay nada de menos, ni nada de más. Esto es por lo cual la expresión “la forma verdadera de todas las cosas” indica simultáneamente la “realidad” y el problema o el tema que debemos practicar y verificar. Abandonar este espíritu que busca la ganancia es una condición absoluta para que uno mismo sea capaz de abrirse y abandonarse completamente al presente, y para que el presente pueda impregnar a uno mismo abundantemente y sin limite. Decir “impregnar” no significa que esto sea la llegada de alguna cosa nueva. Sino que esto es realizar lo viviente, un yo interconectado con todos los seres. Zazen no es un proceso que apunta a obtener algo sino una práctica: ¿cómo dejar al sí mismo estar presente ahora? - lo cual es completamente diferente a la vez en su calidad y en su dimensión. “Nada que ganar”: se puede decir que esta es una expresión que ayuda a clarificar que zazen no es una actividad de la cual su resultado sería “ganar” alguna cosa. No es para tener, sino para ser.
Cuando oímos que zazen es únicamente “sentarse sin buscar nada” hay seguramente entre nosotros quien piensa: “¡Cómo!, ¿Una cosa así de simple? Es una perdida de tiempo y energía hacer eso. Solo una persona perezosa e inútil podría perder tiempo en ello”.
Dicho de otra manera, se puede comprender “Nada que ganar” como una situación sin ningún premio, sin ningún valor, de forma que zazen se parecería a “un gato que duerme al sol en el balcón”... Sin duda la crítica mencionada aquí proviene de este tipo de comprensión de zazen.
En realidad zazen sin ganar nada se parece más bien a “un dragón que se acerca al agua, un tigre que retoza en la montaña” (Fukanzazengi). Si este tipo de impulso, de vida y de entusiasmo no llena el cuerpo y el espíritu, entonces este no será ese tipo de zazen. En el zazen sin ganar nada lo importante se coloca sobre el momento, aquí donde se está, no sobre lo que habéis ganado al final. En otros términos, es un proceso, no un resultado. Así pues cada momento es importante, exactamente tan importante como otro momento y ningún momento puede ser obviado. Es porque no hay nada que haya que ganar que es requerida una diligencia continua. Cuando esta diligencia desaparece el espíritu vuelve al espíritu de provecho, o a la negligencia, o a la pereza, y la sentada bien derecha sin ganar nada va a derrumbarse. Así, esta práctica sin espíritu de provecho es la cosa más pura y más simple, ¡y sin embargo no es nunca simple! Se podría decir que no hay nada más difícil.
El tiempo pasado en sentarse sin ganar nada y sin “hacer” nada puede parecer en términos de mercado tiempo malgastado, pues ninguna cosa es producida. Sin embargo, como hemos dicho al principio, es ahí cuando uno mismo puede encontrar la perfección absoluta del presente, que va a impregnar a uno mismo – y no hay regalo más grande. Zazen no es para las personas perezosas que vuelven la espalda al mundo. Es una cosa recomendada a todos, occidentales o asiáticos, hombres o mujeres, de cualquier edad, pues la perfección absoluta del presente está siempre aquí. El perfecto momento despierto presente suscita el perfecto momento presente siguiente: al interior de este momento está incluido el vigor, la energía que va a inducir el momento siguiente. No suscita el momento siguiente por que sea imperfecto y vaya hacia la perfección, sino más bien por que es una energía sin cesar renovada.
Sin embargo mientras vivamos sobrecargados por nuestros pensamientos y nuestras emociones nunca será posible tener fe en este “presente absolutamente perfecto”. Estamos todos creando, por estos pensamientos y emociones, la impresión de que hay alguna cosa que sobra o alguna cosa que falta. Miramos siempre este presente imperfecto con dudas: “¿Verdaderamente está bien así?” y no podemos estar tranquilos. Y hacemos esfuerzos, poco a poco o explosivamente, para atrapar la “perfección”, pasando nuestra vida con miedo, bien de no tener aquello que se desea, bien de perder lo que se ha obtenido. Desgraciadamente, a pesar de todos nuestros esfuerzos, incluso manipulando o desarrollando nuestros pensamientos y emociones, nunca será posible alcanzar de esta manera el “presente absolutamente perfecto”.
Esta realidad de la “verdadera forma de todas las cosas”, el “mundo en su totalidad que no ha estado nunca escondido”, este Genjokoan no puede ser atrapado ni con el pensamiento, ni con la emoción. La lucha en sí del espíritu que busca ganar algo nos impide experimentar este gran secreto abierto. No es sino cuando estamos tan solo sentados, habiendo abandonado la persecución de ideas imaginarias que hemos construido en nuestra cabeza a propósito de esa “perfección”, que es posible reencontrar el presente, en el cual, desde el principio, no hay nada de menos, ni nada de más. Esto es por lo cual la expresión “la forma verdadera de todas las cosas” indica simultáneamente la “realidad” y el problema o el tema que debemos practicar y verificar. Abandonar este espíritu que busca la ganancia es una condición absoluta para que uno mismo sea capaz de abrirse y abandonarse completamente al presente, y para que el presente pueda impregnar a uno mismo abundantemente y sin limite. Decir “impregnar” no significa que esto sea la llegada de alguna cosa nueva. Sino que esto es realizar lo viviente, un yo interconectado con todos los seres. Zazen no es un proceso que apunta a obtener algo sino una práctica: ¿cómo dejar al sí mismo estar presente ahora? - lo cual es completamente diferente a la vez en su calidad y en su dimensión. “Nada que ganar”: se puede decir que esta es una expresión que ayuda a clarificar que zazen no es una actividad de la cual su resultado sería “ganar” alguna cosa. No es para tener, sino para ser.
Cuando oímos que zazen es únicamente “sentarse sin buscar nada” hay seguramente entre nosotros quien piensa: “¡Cómo!, ¿Una cosa así de simple? Es una perdida de tiempo y energía hacer eso. Solo una persona perezosa e inútil podría perder tiempo en ello”.
Dicho de otra manera, se puede comprender “Nada que ganar” como una situación sin ningún premio, sin ningún valor, de forma que zazen se parecería a “un gato que duerme al sol en el balcón”... Sin duda la crítica mencionada aquí proviene de este tipo de comprensión de zazen.
En realidad zazen sin ganar nada se parece más bien a “un dragón que se acerca al agua, un tigre que retoza en la montaña” (Fukanzazengi). Si este tipo de impulso, de vida y de entusiasmo no llena el cuerpo y el espíritu, entonces este no será ese tipo de zazen. En el zazen sin ganar nada lo importante se coloca sobre el momento, aquí donde se está, no sobre lo que habéis ganado al final. En otros términos, es un proceso, no un resultado. Así pues cada momento es importante, exactamente tan importante como otro momento y ningún momento puede ser obviado. Es porque no hay nada que haya que ganar que es requerida una diligencia continua. Cuando esta diligencia desaparece el espíritu vuelve al espíritu de provecho, o a la negligencia, o a la pereza, y la sentada bien derecha sin ganar nada va a derrumbarse. Así, esta práctica sin espíritu de provecho es la cosa más pura y más simple, ¡y sin embargo no es nunca simple! Se podría decir que no hay nada más difícil.
El tiempo pasado en sentarse sin ganar nada y sin “hacer” nada puede parecer en términos de mercado tiempo malgastado, pues ninguna cosa es producida. Sin embargo, como hemos dicho al principio, es ahí cuando uno mismo puede encontrar la perfección absoluta del presente, que va a impregnar a uno mismo – y no hay regalo más grande. Zazen no es para las personas perezosas que vuelven la espalda al mundo. Es una cosa recomendada a todos, occidentales o asiáticos, hombres o mujeres, de cualquier edad, pues la perfección absoluta del presente está siempre aquí. El perfecto momento despierto presente suscita el perfecto momento presente siguiente: al interior de este momento está incluido el vigor, la energía que va a inducir el momento siguiente. No suscita el momento siguiente por que sea imperfecto y vaya hacia la perfección, sino más bien por que es una energía sin cesar renovada.
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