Un nuevo texto de Éric Rommèluere sobre el doble movimiento a practicar durante zazen. Con frecuencia confundimos zazen como una especie de terapia para proporcionarnos un poco de tranquilidad ante el stress cotidiano. Esto no tiene nada que ver con el despertar. Eric no invita a practicar la desnudez y la trasparencia del espíritu como las puertas a través de las que podemos penetrar y abandonarnos en la simple presencia.
Foto: París, Cimetiere du Pere Lachaise.
Roberto Poveda Anadón. Abril 2010
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Cuando no surge ningún pensamiento
Éric Rommeluère
Éric Rommeluère
La tradición zen utiliza una célebre fórmula para describir la práctica de la meditación: “Cuando no surge ningún pensamiento, el cuerpo entero aparece” (一 念不生全體現). La formula, que parece muy enigmática, es utilizada particularmente en la tradición Sôtô Zen y requiere ciertas explicaciones.
Se escucha a veces que la meditación consistiría simplemente en dejar pasar los pensamientos que surgen a cada instante, ¿es eso todo? No solamente, este tipo de indicación no consigue describir el proceso meditativo, corre el riesgo de encerrar a aquel que se contentaría con un espacio de falsa tranquilidad. Pasamos numerosos momentos en lo que no estamos demasiado inmersos en un proceso de reflexión consciente. Ejercitarse un poco más conscientemente por la inmovilidad o la atención está lejos de bastar para despertarnos.
En los tratados de meditación cesar los procesos ordinarios de reflexión y de deliberación es siempre descrito como una condición y no como el contenido de la meditación. En su Fukanzazengi, por ejemplo, Dôgen detalla las numerosas condiciones de la meditación, tanto externas como internas. La parada de toda elaboración mental está claramente presentada como una condición de la misma forma que es necesario sentarse en una pieza ni demasiado luminosa ni demasiado oscura. Se trata de una condición previa. Cuando evoca el contenido de la meditación Dôgen utiliza en este mismo texto una fórmula un poco más imaginativa que la fórmula original puesto que escribe, “Cuando naturalmente se sueltan el cuerpo y el espíritu, el rostro original aparece.” (自 然身心脱落、 本来面目現前。) La práctica supone en efecto un doble movimiento simultaneo de ruptura y de reconocimiento. Desde que hay ruptura, hay reconocimiento. La ruptura misma es reconocida en tanto que tal. No se trata de romper el proceso de ordinario de los pensamientos, lo que sabemos hacer bastante naturalmente, sino de practicar con una cierta cosa mucho más peligrosa; romper a la vez nuestras expectativas y nuestras representaciones y permanecer en la desnudez y en la trasparencia del espíritu. Dejar pasar los pensamiento no basta. Un corte, un boquete es necesario. Se le expresa por esta frase “Cuando no surge ningún pensamiento, el cuerpo entero aparece.”
Se escucha a veces que la meditación consistiría simplemente en dejar pasar los pensamientos que surgen a cada instante, ¿es eso todo? No solamente, este tipo de indicación no consigue describir el proceso meditativo, corre el riesgo de encerrar a aquel que se contentaría con un espacio de falsa tranquilidad. Pasamos numerosos momentos en lo que no estamos demasiado inmersos en un proceso de reflexión consciente. Ejercitarse un poco más conscientemente por la inmovilidad o la atención está lejos de bastar para despertarnos.
En los tratados de meditación cesar los procesos ordinarios de reflexión y de deliberación es siempre descrito como una condición y no como el contenido de la meditación. En su Fukanzazengi, por ejemplo, Dôgen detalla las numerosas condiciones de la meditación, tanto externas como internas. La parada de toda elaboración mental está claramente presentada como una condición de la misma forma que es necesario sentarse en una pieza ni demasiado luminosa ni demasiado oscura. Se trata de una condición previa. Cuando evoca el contenido de la meditación Dôgen utiliza en este mismo texto una fórmula un poco más imaginativa que la fórmula original puesto que escribe, “Cuando naturalmente se sueltan el cuerpo y el espíritu, el rostro original aparece.” (自 然身心脱落、 本来面目現前。) La práctica supone en efecto un doble movimiento simultaneo de ruptura y de reconocimiento. Desde que hay ruptura, hay reconocimiento. La ruptura misma es reconocida en tanto que tal. No se trata de romper el proceso de ordinario de los pensamientos, lo que sabemos hacer bastante naturalmente, sino de practicar con una cierta cosa mucho más peligrosa; romper a la vez nuestras expectativas y nuestras representaciones y permanecer en la desnudez y en la trasparencia del espíritu. Dejar pasar los pensamiento no basta. Un corte, un boquete es necesario. Se le expresa por esta frase “Cuando no surge ningún pensamiento, el cuerpo entero aparece.”
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