jueves, 15 de abril de 2010

El gran silencio. Éric Rommeluère


El gran silencio
Éric Rommeluère



Una mujer acude a meditar. Se sorprende de que permanezcamos sentados completamente en silencio durante una hora y veinte minutos. Sin embargo la meditación zen no es algo diferente a la práctica del silencio. Un espacio de meditación ofrece y garantiza el silencio.

Las personas vienen y aceptan esta propuesta de silencio. Evidentemente no hablan, pero también guardan el silencio del cuerpo, permaneciendo inmóviles, sin moverse. Aparentemente por lo menos, pues el ser se resiste por todos lados al descubrimiento del silencio. Frecuentemente, durante la meditación, “eso” piensa. Dicho de otra forma, si conscientemente se acepta el silencio y nos conformamos con el, inconscientemente todo se opone en el interior de nosotros mismos. La charla mental ocupa todo el espacio interior, a veces de forma muy articulada, a veces menos. Incluso cuando el espíritu se calma, se está todavía lejos de abandonarse al silencio.

Permanecer en el silencio no es simplemente callarse, sino la decisión del espíritu que ante si mismo rompe con todas las estrategias, tanto conscientes como inconscientes, para llenar el espacio vacío.  Nos situamos entonces en la desnudez y la pureza del corazón.

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