Comenzamos hoy la publicación de una conferencia de Mauricio Yushin Marassi sobre el tema de la universalidad del budismo, entendiendo como tal la capacidad de inculturarse en cada cultura y en cada persona en la que se recomienza el camino interior propuesto por el budismo. Esta capacidad de adaptación más allá de las formas que a lo largo de historia ha caracterizado al budismo, posiblemente única entre todas la religiones, le ha permitido renacer de nuevo cada vez, en cada lugar, en cada cultura, en cada momento y en cada persona, desde sus origenes hindúes, hace más de dosmilquinientos años, hasta la reciente implantación de sus semillas en estas tierras que hoy convenimos en llamar occidente. Solo entendiendo la propuesta y el mensaje , en nuestras vidas y con nuestras propias palabras, estas semillas,podrán arraigarse y florecer adecuadamente en esta tierra. Para ello es a veces conveniente volver la mirada muy lejos y muy atras, y también, sobre todo, muy adentro.
Dado lo relativamente extenso del texto lo iré publicando en varios post sucesivos. En este primer post se incluyen las partes I y II de las cinco de que consta. En el blog, para este texto, elimino las notas que acompañan a la versión escrita, pero si alguien desea solicitar el texto entero, que no dude en hacerlo a la dirección de correo del blog y le enviaré el texto completo con las notas.
Traducido y publicado con la amable autorización del autor
Fotografía: Roberto Poveda
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La universalidad del Budismo
es decir:
El camino hacia la integración de la identidad con el absoluto
Mauricio Yūshin Marassi
Junio 2007
I) Los títulos
El título de esta charla ha sido tomado prestado en parte de la traducción inglesa del que, desde mi punto de vista, es el componente literario más importante para el desarrollo del Mahāyāna de Asia Oriental: el Dasheng Qixinlun, o Tratado del Despertar de la fe en el Mahāyāna. En la traducción del texto se dice que “el proceso de realización del despertar no es diferente al [proceso de integración de] la identidad con el despertar original”. Para aquellos que comprenden el japonés, en esa lengua el texto dice: 始覚 は 即ち 本覚 に 同じき を もって成り. He usado esta cita para traer entre nosotros aquel antiguo texto, sin embargo, a la luz de mi experiencia, pienso que sería mejor hablar de “proceso de disolución de la identidad en el absoluto” más que de “integración”, por lo cual el título que he elegido no es óptimo.
Hablando todavía de los títulos, me ha gustado mucho el de este congreso. Pienso que “la universalidad del Budismo” es un espléndido tema. Como es notorio “universalidad” deriva de “universo” y significa literalmente “vuelto al uno, a la unidad”, es decir “sin alternativa”. Por tanto, me pregunto: si por universalidad entendemos que es "para siempre, en cualquier sitio, para todos", ¿puede existir una universalidad que incumba solo al Budismo? ¿O quizás se quiere decir que el Budismo es una forma particular de universalidad desde el momento en que no hay "universal" que no tome forma particular?
Aun más, ¿cómo podemos buscar la universalidad en el Budismo? El Budismo no existe, es una fantasía, una imaginación, no es algo que yo pueda tomar -incluso conceptualmente- y ponerlo aquí, delante de vosotros, y decir: “Aquí está, esto es el Budismo. ¿Qué os pensabais?.” Lo mismo se puede decir de los budistas, no somos una categoría antropológica, ni una etnia o un tipo de personas, con un aspecto determinado que pueda estudiarse con una lente, ni poner en una vitrina pinchado con un alfiler.
Como decía es un título óptimo, permite preguntarse que cosa es universalidad y en que medida corresponde a budismo. Por eso, precisamente sobre esa base, veamos a través de que proceso histórico ha sucedido que una parte de la humanidad haya llamado o llame “universalidad”, el único verso del absoluto, con el nombre de buddhadharma, fofa (仏法), fodao (仏道), buppō (仏法), en la hipótesis de que el budismo sea uno de los lenguajes en los que habla lo Universal. Aunque el término budismo no es de ninguna forma budista, creado como fue por los ingleses que, conquistada la India, quisieron simplificar, clasificar la cultura religiosa hindú e "inventaron" Jainismo, Hinduismo y Budismo.
II) El recorrido de la humanidad en el viaje hacia el absoluto
Es preciso hacer un salto en el tiempo y en espacio. Los hallazgos de Harappā y Mohenjo Daro, en la parte pakistaní del valle del Indo, confirman lo que anteriormente podía solo suponerse. Ciertamente en esa área hubo una cultura estructurada anterior a la invasión de los conquistadores extranjeros, los Arios (de la raíz sánscrita aríh “extranjero”), y al interior de aquella cultura fue hecha realidad la capacidad de entrar en contacto con el absoluto por el cuerpo. Estoy hablando aquí de un uso religioso del cuerpo, el cual se convierte en el lugar o en el punto de encuentro entre lo mundano y el infinito. Allí el nacimiento de la religión coincidió con el pasaje de los chamanes a los ascetas, que desarrollaron la capacidad de entrar en contacto con el absoluto gracias a formas particulares, comprobadas como las más aptas para constituir aquella identidad. Y la posición con piernas cruzadas, de una época seguramente precedente al 1000 a.C., fue experimentada como la más favorable entre todas para trasformar el cuerpo en un templo divino.
Ese es el origen, por lo menos en la parte física, de aquello que solo muchos siglos más tarde será llamado yoga, “unión [con el absoluto]”, y que, después de otra larga evolución, hoy llamamos “zazen”.
Esta civilización es la misma que, en un ramal del largo y genial proceso de refinamiento del culto de la Gran Diosa, ha dado origen al núcleo del posterior culto de Śiva, que más tarde entró también con fuerza en el budismo con la figura de Avalokita Īśvara, después Kwannin y después Kannon o Kanzeon. Del núcleo original del protoyoga y del protoshivaísmo nacieron también aquellas prácticas que muchos siglos más tarde llevaron al tantrismo, al Budismo Vajrayāna y tibetano, al Shingon, etc.
Cuando Śākyamuni se retira al bosque ya existía un entorno desde hacía muchos siglos poblado por los ascetas, los śrāmaņa, “aquellos que se esfuerzan” sobre la vía de búsqueda del absoluto por medio del cuerpo. Pero no solo. Cuando aquel que será el Buda, el Despertado, el que se desveló a si mismo el paso a lo nuevo (que consiste en el dejar desvanecerse el mundo en lugar de quererlo anular) inició su período de aprendizaje de los Upanishad y el Sāmkhya, bajo la guía de los maestros del bosque, la escena estaba desde hacia tiempo enriquecida por otros importantes elementos.
A partir de la afirmación gradual de la comunidad sedentaria neolítica, la civilización organizada (religión, escritura, formas complejas de gobierno, etc.) más antigua de la que los arqueólogos tienen indicios es bipolar, con un centro en el área mesopotámica y el otro en la egipcia. Estos dos polos interactuaron durante mucho tiempo, contribuyendo a formar las lenguas, las escrituras, los mitos, las religiones que constituyen el embrión de gran parte del desarrollo del mundo actual.
Tras dos milenios de este bipolarismo la migración a Occidente de poblaciones acádicas y semíticas hacia Egipto y Europa dio origen sucesivamente al hebraísmo, a la civilización griega y a la latina, en las que, en tiempos más recientes, nacieron cristianismo e islam. Aquí, desde el inicio, religión significó sobre todo gnosis y moral. En la época de Sargón el Grande, en el 2350 a.C., los Acadios llegaron por un lado hasta el Mediterráneo, por el otro casi hasta el valle del Indo.
En una fase posterior, sobre la base de la sabiduría del Avesta nacieron los Veda primero y los Upanishad más tarde. Tomando en consideración el filón constitutivo de los Veda y los Upanishad vemos que en su interior fue intuida la íntima relación del hombre con el absoluto, hasta la difícil afirmación "so ham" "yo soy él." Así, en el terreno de la cultura religiosa de la India, a la forma del cuerpo que nos configura en la forma del absoluto se une la sabiduría de que la naturaleza humana en su esencia es una con Dios.
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