El camino del zen se desarrolla sobre un recorrido extremadamente pragmático. La primera indicación con la que nos encontramos de frente es: si intentas comprender la causa de la insatisfacción del hombre, si intentas penetrar el sentido profundo de la existencia, deja de agitarte y de correr tras esto o aquello, deja de construir ilusiones y fantasías sin fundamento.
Pascal ha escrito en sus Pensamientos: «He descubierto que toda la infelicidad humana deriva de una única causa, es esta no saber permanecer quietos en una habitación». Esto está perfectamente alineado con la dirección indicada por el budismo Zen. Pero es solo el comienzo, el recorrido del camino del Zen comienza cuando concretamente ponemos en práctica este principio.
Podemos decir que el Zen nos enseña como estar quietos en una habitación.
A partir del fundador del budismo Siddharta Gotama Śākyamuni, llamado el Despertado, Buda en sanscrito, hay solo una forma de adecuarse con la enseñanza original. Este modo, trasmitido de generación en generación durante 2500 años, ha llegado intacto hasta nosotros carente de añadidos o desviaciones. «Esta forma es como verter toda el agua de un recipiente tal como es en otro».
Con otra imagen podemos decir que es la individualidad que vive el Sí Mismo original en su propia forma. Así como cada cosa es por sí misma, sin mediaciones o añadidos de ningún tipo, así es posible también para el hombre ser verdaderamente Sí Mismo. O bien, visto que es una conquista querida y perseguida, podemos decir que el hombre puede aprender a hacerse a Sí Mismo. Incluso si este hacer, íntimamente, es más precisamente un no hacer. Es decir un no desviarse de aquello que ya somos.
Para poder aprender este modo es indispensable acercase a una persona que ya viva de este modo. Incluso si en el Zen no existen maestros que puedan trasmitir en secreto misteriosas fórmulas de conocimiento, iluminaciones fulgurantes o poderes mentales prodigiosos, es preciso darse cuenta con claridad de que son personas que han dedicado la propia vida a profundizar el sentido. O bien, en otras palabras, han vivido y viven su vida como exploración de si misma, siguiendo las indicaciones, siguiendo la guía de aquellos que le han precedido. Solo estas personas están realmente en disposición de enderezarnos de forma que podamos aprender el arte de vivir, y de morir, según la sabiduría del budismo Zen. Que no es una sabiduría cuyo fin sea sí misma, es el camino que conduce a la extinción de todo sufrimiento.
Además de la necesaria, real y no imaginaria conexión con el hilo de la trasmisión, el budismo Zen invita a fundar la propia existencia sobre algunos puntos imprescindibles:
- El estudio de los escritos de aquellos que nos han precedido sobre el mismo camino.
- La práctica del zazen
- La confrontación o relación dialéctica con otros que, como nosotros, estén recorriendo este camino.
- El trabajo, es decir, la actividad física e intelectual, el cansancio, el sudor, el compromiso personal en todas las actividades que componen nuestra elección mundana, que constituyen el plano de vida que estamos viviendo. Monje, laico, padre, hijo, marido, enseñante, granjero, médico, estudiante, abogado, etc. etc.
Examinemos estas indicaciones en detalle.
“Estudio de los escritos de aquellos que nos han precedido sobre el mismo camino” significa poner en juego nuestra vida intelectual, nuestra forma de utilizar el cerebro, el observar el mundo alrededor de nosotros y en nosotros, con la modalidad utilizada por aquellos que antes que nosotros han dedicado su vida sobre el camino del Zen.
Antes que nada se trata de cribar cuidadosamente los textos sobre los que estudiar, existe una enorme cantidad de papeles impresos sobre la temática Zen. En muchos casos es un material engañoso, escrito por personas completamente inadecuadas para procurar alguna indicación sobre un tema de capital importancia para cualquiera, es decir “como vivir la propia vida”.
El estudio de textos auténticamente Zen es distinto del estudio que estamos habituados a hacer en la escuela, sea este el estudio de las matemáticas y sus fórmulas, sea el estudio de la literatura y de los autores que la componen.
El estudio, en el Zen, se asemeja más a afinar un instrumento o a sintonizar una radio de la cual no conocemos la frecuencia de onda. Es decir, cuando no entendemos, eso significa que nuestro instrumento, nuestra vida, el vivir, no está sintonizado con el del autor, o bien que la sintonía que nosotros hemos pensado haber establecido para recibir aquella frecuencia de onda y por tanto aquella trasmisión, está equivocada. No se acaba nunca de leer este tipo de libros, es un continuo retornar para alcanzar o mantener la sintonía correcta. No hay en ellos algo que aprender y que después tengamos que recordar o retener con nuestra memoria.
Son un recorrido a través del cual intentar pasar sin encontrar obstáculos o, más precisamente, sin construir obstáculos. Al final de la lectura no queda nada en la mano. Antes bien, todo aquello que en aquel instante pensamos haber comprendido no será otra cosa que la medida, la percepción de las dimensiones de nuestro error.
(Continuara ...)
_________________________________________________Del libro "E SE UN DIO NON CI VENISSE A SALVARE?. Il buddismo Zen in sei conversazioni", de Mauricio Y. Marassi y Giuseppe J. Forzani", Ed. Marietti, Genova, 2003, p. 26 ss.
Traducción y fotografía: Roberto Poveda
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"Solo estas personas están realmente en disposición de enderezarnos de forma que podamos aprender el arte de vivir, y de morir, según la sabiduría del budismo Zen".
ResponderEliminarSobre este arte, se pone en boca de Sariputta estas palabras: "No pido la muerte, no pido la vida; espero hasta que llegue la hora, consciente y con el espíritu en vela."
Arte que no es ajeno a los seguidores de otras religiones: "En realidad, me da igual vivir que morir. No entiendo bien qué podré tener después de la muerte que no tenga ya en esta vida. Veré a Dios, es cierto, pero en cuanto a estar con él, ya lo estoy completamente en la tierra." (S. Teresa de Lisieux).
Namasté
pd he borrado el anterior post porque el texto se ha registrado incompleto.
El zen no contiene una filosofía, una saber que podamos acumular. Es una práctica, un "como" con el que vivir nuestra vida, no sirve para pensarla. Eso no excluye la reflexión, la lectura, el estudio, pero estos no se realizan de la forma habitual, para acumular conocimientos. Es de otra forma con la que debemos abordarlos, poniéndolos en relación con nuestra propia vida, viendo como resuenan en ella, con el vacío que es su fundamento. Por eso no es importante lo que en ellos se dice por si mismo, sino la indicación a la que apuntan más allá de las palabras. Por eso no es importante que hemos entendido de ellos, sino como nos trasforman.
ResponderEliminarFalta la extension de los otros tres puntos, no sé si los has incluido o si no has continuado con la traduccion, o si bien se considera conclus con la enumeracion y breve explicacion de los puntos tres y cuatro.
ResponderEliminarLa actividad cotidiana es la que más me interesa ver como otros la han desarrollado
Una vez leí algo que me ha hecho reflexionar bastante sobre este tema y fué la frase "Actividad monótona y sin distracciones".
Los otros dos puntos los encontrarás en la anterior entrada y en la siguiente, botones "entrada antigua" y "entrada más reciente" al pie de esta entrada.
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