domingo, 19 de febrero de 2023

La génesis de las religiones de Japón - AA.VV. La Stella del Mattino

 «En el budismo todo puede cambiar, salvo una cosa. Pero esa cosa, un proceso dentro de nosotros, no tiene una forma exterior “propia” y por ello tiene necesidad de expresarse con las nuevas formas de aquello que, por contra, puede cambiar. Sucedió así cuando el río budista se vertió en las inmensas llanuras chinas, se repitió la misma continuidad en medio de las diferencias cuando desde China el Zen fluyó como un arroyo en Japón. Es necesario que este salvaguardar la identidad básica, aquello que no podemos omitir si queremos que el budismo sobreviva, sea garantizado incluso ahora, mientras las enseñanzas de Śākyamuni traban amistad con las gentes y las culturas de Occidente.» [Mauricio Y. Marassi – La Vía Maestra]

El budismo zen, principalmente bajo la forma de la escuela japonesa sōtō, ha penetrado en Occidente desde hace ya unas cuantas décadas, comenzando su difusión y su práctica entre nosotros a partir de mediados del siglo pasado. Como siempre ha sucedido, el modo en que el Budismo llegó a nuestras tierras debería haber haber iniciado un proceso de inculturización, sin embargo estas formas importadas han sido aceptadas acríticamente también por nosotros, acabando cristalizándose, en gran parte de los practicantes, como la única forma adecuada.

¿Cómo y por qué ha sucedido esto? En la advertencia a la segunda edición de este ensayo (una primera parte había aparecido ya anteriormente, 2018) leemos:

«En el origen de este ensayo está la voluntad de responder a una pregunta, La pregunta tiene que ver con las “formas” japonesas a través de las cuales el zen se difunde en Occidente.

El problema no está tanto en la observación histórica de que, para trasmitirse en lugares y épocas distintas, el budismo haya tenido que acudir a las “formas” culturales de aquellos lugares y de aquellas épocas. El problema surge, en cambio, cuando esas “formas”, pretendiendo ser forma y contenido juntos, se vuelven rígidas y no conseguimos liberarnos de ellas, para regenerar en otro lugar el proceso mismo, de manera distinta, y después para volverlo a formular de nuevo. El budismo es definido por la “vía del medio”, que Nāgārjuna describe como renuncia a toda posición predefinida (cfr. Mādhyamakakārikā, 13.8).

La cuestión sería, de cualquier modo, poco relevante si a esta no se asociase el hecho de que la jerarquía de la iglesia Sōtō Zen japonesa, a la cual están dedicados tres capítulos de la segunda parte, se reserva fuertemente para sí misma la exclusiva certificación de la “trasmisión válida”, evitando incluso la participación de practicantes occidentales en las estructuras y en los procesos de decisión. […] La respuesta a porque esto sucede, tiene poco que ver con el budismo propiamente dicho; la respuesta, en cambio, parece tener que ver con esa particular concepción de sí mismos y con ese particular “espíritu religioso” que definimos como “japonesismo”»


Para descargar el libro pulsar en el siguiente enlace:

La génesis de las religiones de Japón

6 comentarios :

  1. Agradezco de todo corazón vuestros agradecimientos. Pero agradecería mucho más, una vez que lo hayáis leído y meditado,
    vuestras reflexiones. Para, por lo menos, unos cuantos practicante zen occidentales pienso que el tema es importante e ineludible. Que no se trata solo de un "problema" japones sino nuestro también.

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  2. Resulta llamativo, en mi opinión, como la propia estructura eclesiástica y su modus operandi han consolidado y transmitido, en primera instancia a los pioneros occidentales que viajaban a Japón, interesados en el budismo zen y, más tarde, a través de los "misioneros" y de las instituciones por todo occidente, como lo forma y "aquello" que nos es transmitido a través de dicha forma, componen una ecuación única e indisoluble. Creo que, en este sentido, resulta especialmente esclarecedor, la descripción de la conformación y materialización de dicho proceso histórico, a partir de algunos de los discípulos relativamente próximos a Dôgen, hasta, aproximadamente, la restauración Meiji (y hasta hoy) , como puede leerse al principio de la segunda parte, especialmente, en torno a partir del capítulo I "Desde el comienzo" (págs. 37-38 y en adelante)


    Un abrazo

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  3. Hola Carlos, gracias por comentar.

    De hecho en la tercera generación de sucesores de Dogen se produjo un "cisma", conocido como el Sandai Sōron. Desde entonces, hasta la restauración Meiji, hasta mediados de XIX, la escuela Soto estuvo dividida en dos, aquello que seguian la obediencia de Soji-ji (el monasterio que fundó Keizan), y que es el templo que tiene mas templos afiliados dentro de japón, y Eihei-Ji, el monasterio que fundó Dogen. Esta división se cerró "por decreto" del emperador Meiji y, desde entonces, el Soto tiene una organización bicefala... pero todo esto, en última instancia, son problemas de los japoneses.

    Lo sorprendente es como nosotros, occidentales, hemos aceptado completamente los dictados, las formas, las estructuras, las maneras de expresarse, la ética que provienen de allí (de la soto-shu y de sus primeros misioneros, S, Suzuki y T, deshimaru, y de los misioneros que han venido despues, Katagir, Okumura, etc.; que, aunque han dando pasos, siguen siendo necesariamente fieles a aquella "ordoxía" japonesesa, al fin y l cabo ellos son japoneses) Nosotros occidentales, seguimos siendo incapaces de distinguir, muy a menudo (basta curiosear un poco por la "oferta" soto zen europea), por nuestros propios medios, las diferencia entre la forma (circunstacial y condicionada culturalmente) y la esencia (que trasciende esa forma y se puede manifestar bajo cualquier forma)... tal vez porque algo de la esencia se nos sigue escapando y seguimos confundiendo la forma con el fondo.

    Un abrazo _/!\_

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