En
el capítulo anterior he hablado de la Gran Mente, gracias a la cual
todo aquello que encontramos se convierte en nuestra vida, apenas
abandonamos el modo ordinario de considerar las cosas. Generalmente
creamos un mundo opuesto al Si Mismo, y por tanto buscamos
apropiarnos, de ese mundo, la mayor riqueza, poder y felicidad
posible. Cuando nuestro sistema de vivir se pone de acuerdo con el
budhadharma
ni construimos ya un mundo contrapuesto a aquel que consideramos el
“si mismo”. En cambio comprendemos que el mundo entero es el
verdadero Si Mismo. Esta es la vía del dharma. Puesto que no hay ya
un “otro” del que depender ya no tenemos necesidad de dejarnos
influenciar por alguien o algo que creamos existente fuera de
nosotros mismos, ni deseamos las cosas que proyectamos al exterior.
En
el Suttānipata
existe un fragmento que: “No depositar las esperanzas sobre los
otros significa permanecer impasibles”. Aquí encontramos
encontramos la verdadera paz mental. Según la tradición cuando
Shakyamuni alcanzó la iluminación total dijo: “He alcanzado la
Vía simultáneamente al mundo entero y a todos los seres sensibles.
Cada cosa, las montañas, los ríos, los arboles, todo ha alcanzado
la Budeidad”.
El
similar siguiente fragmento está extraído del Sutra
del loto:
“Los “tres mundos” me pertenecen y todos los seres sensibles
que viven en ellos son mis hijos”. En otras palabras, la Gran
Mente, en cuento consciencia de que el mundo entero es el verdadero
Si Mismo propio, es el fundamento del budhadharma.
Sawaki
Rōshi
solía recurrir a la expresión: “vive el Si Mismo que colma el
entero Universo”. Cuando consideramos los términos “universo,
“mundo” , o “todos los seres sensibles”, creemos que debemos
meditar sobre nuestra consciencia que se expande en algún vasto
espacio, como un globo lleno de aire. Pero no es esto lo que
intentaba decir el rōshi. La vida tiene que que tomar la forma de la
actividad misma del vivir, el Tenzo
Kyōkun nos
enseña como el Si Mismo que incluye todo el mundo es tan solo las
cosas, los hombres y las situaciones mismas que en el presente
continuamente encontramos y conocemos, y nos ayuda a descubrir
nuestra vida a través de de esas cosas y, por contra a verter en
ellas todo nuestro ardor. “Después [de poseer estos ingredientes]
el tiene que manejarlos con cuidado, como si fuesen sus mismos ojos”
y “Día y noche, dejad que todas las cosas entren y residan en
vuestra mente. Haced que vuestra mente [Si Mismo] y todas las cosas
actúen juntas como un todo”.
Por tanto, la Gran Mente no es
una cuestión de meditar sobre una cierta dimensión grandiosa,
fluctuante, espacial. Más bien es la práctica de dedicar totalmente
vuestra vida a cada singular cosa que encontréis, cualquiera que
esta sea.
El verano pasado un profesor
universitario vino a estar aquí, en Antaiji. Ahora bien, cualquiera
que se encuentra aquí, sea un profesor universitario o el presidente
de una gran empresa, es solo un practicante como todos los otros.
Aquel hombre rechazaba trabajar con los otros, y cuando todos
trabajaban en el jardín o acarreaban leña, se iba a cualquier lado
a leer un libro. Sostenía que no sabia hacer en absoluto los
trabajos manuales y que la lectura había sido su trabajo.
Le explique claramente que para
nosotros la lectura no era un trabajo. Nosotros cultivábamos
berenjenas o acarreábamos leña con la fatiga física de nuestro
cuerpo. Leer no ayuda a las plantas a crecer, ni acarrea la leña. La
lectura es lectura y el trabajo es trabajo.
Finalmente
se decidió a escoger el trabajo más fácil que pudo encontrar;
barrer las hojas a lo largo del sendero del templo y recogerlas en un
gran montón para quemarlas. Pase casualmente cerca del puesto
que había elegido a tal fin y, ni siquiera haciéndolo adrede,
estaba bajo el seto de las camelias. Las flores se habían vuelto
marrones por el calor y el humo. Le hice apagar el fuego
inmediatamente; pero, en suma, era un tipo que, mientras el juego le
ardía bajo la nariz ni siquiera podía ver donde iban el calor y el
humo. Puedo imaginarme precisamente a todos los profesores
intelectuales como él que no son capaces de afrontar decididamente
al desafío y a la inteligencia de los estudiantes de hoy.
El Zen es considerado a menudo un
estado mental en el que os identificáis con el ambiente. Una
expresión dice que la mente y el ambiente son una única cosa. La
iluminación es entendida como un caer en trance en algún estado
mental estático donde los fenómenos exteriores se convierte en un
única cosa con el propio Si Mismo. Sin embargo, si tal estado mental
fuese el espíritu del Zen, para alcanzarlo deberíamos permanecer
externamente inmóviles. Para tal objetivo deberíamos tener a
nuestra disposición mucho tiempo libre, sin las preocupaciones de
como procurarnos la comida siguiente. Esto, en efecto, querría decir
que el Zen no tiene ninguna relación con que estemos obligado a
dedicar gran parte del tiempo y de las energías solo a ganar con que
vivir.
El zazen como religión verdadera
no puede ser considerado el hoby de ricos y acomodados. La
característica maravillosa de la práctica del zazen de Dōgen
Zenji consiste en ser una religión que debe operar concretamente en
la vida cotidiana propia. Él ha elegido enseñar a través de las
funciones del tenzo, que consideraba indispensable en una comunidad
budista y por que requiere un trabajo físico, por que creía que el
zazen como religión no es nunca privilegio de quién quiere
abandonarse en un estado mental estático.
La expresión “La mente y el
ambiente son una única cosa” es exacta, pero no significa
extraviarse en un estado de ebriedad estática. Más bien significa
dedicar toda la energía al trabajo. Este esto y es también el
sentido de shikan.
«Dice un viejo proverbio:
“considerad la olla como vuestra cabeza, considerar el agua como
vuestra sangre”». Otro fragmento, pocos párrafos antes, dice:
«Limpios los palillos, los cucharones y todo los demás
instrumentos, manéjalos con el mismo cuidado y consciencia,
devolviendo cada cosa a su lugar natural».
“Manéjalos con el mismo
cuidado y consciencia” es importantísimo. En otras palabras,
cuando trabajáis con un utensilio debéis devolverlo a su sitio
cuando halláis terminado de usarlo, y no simplemente dejarlo por
ahí. Cuando depositáis una olla de mala forma, sacudiéndola contra
el fregadero de cemento o de cerámica, ella grita del dolor. Si no
sois todavía capaces de oír ese grito, no se puede decir que seáis
hombres que manifiestan zazen en la propia vida cotidiana.
Naturalmente esto no se refiere
únicamente a los utensilios y a los objetos, sino que sirve
igualmente para las situaciones y las personas, No se puede
ciertamente decir que tenga una actitud religiosa quién trata una
taza con cuidado, casi con devoción, solo porque es cara, de la
misma forma no la muestra para nada quién trata rudamente a la
gente. Debemos esforzarnos siempre en tratar los objetos, nuestras
cosas, y en particular a las personas, con gran cuidado. Cuando
comenzamos a comprender que cada encuentro nuestro constituye nuestra
vida, tal mente o actitud comienza espontáneamente a trabajar como
la mente de los padres hacia todo aquello que encontramos.
“Rōshin
es la mente o la actitud de los padres. Como los padres cuidan a su
único hijo, tened en mente los Tres Tesoros. Los padres,
despreocupándose de la pobreza o las circunstancias difíciles, aman
y crían con cuidado al niño. ¿cuan profundo es su amor? Solo un
padre lo puede entender. Los padres protegen a los hijos del frío y
los resguardan del sol ardiente sin preocuparse del bienestar
personal propio. Solo lo puede entender quién haya desarrollado esa
mente, y solo lo puede comprender plenamente quién haya convertido
tal actitud en una segunda naturaleza. Eso es fundamental en el ser
padre. Del mismo modo, cuando toquéis el agua, el arroz, o cualquier
otra cosa, debéis tener el cuidado amoroso y solícito de los padres
que crían a su hijo”
Los hombres tratan las cosas
rudamente y son duros hacía los demás sobre todo por que piensan
tan solo en aquello que es ventajoso para si mismos, o bien por que
no quieren dedicar toda la propia energía a su trabajo.
Las casas prefabricadas que hoy
crecen por todas partes en Japón parecen bellas durante un par de
años, pero después adquieren el aspecto de gallineros. Los
constructores piensan solo en el propio beneficio. En ellos no existe
rastro del considerar el propio trabajo como un padre ve a su hijo.
Por otra parte, existe aquella
expresión grandiosa de los burócratas japoneses: “Nuestro jefe es
el estado”. Aquellos funcionarios estatales que trabajan en los
ministerios reciben sin tardanza su salario mensual, se les gratifica
y, si trabajan suficiente tiempo, la liquidación además de la
pensión mensual. Puesto que no tienen la necesidad acuciante de cómo
procurarse la siguiente comida, se vuelven completamente estúpidos y
tienen muy poco deseo de ser útiles al público. Trabajan metidos en
libros y acumulan sus asignaciones. Quizás sea precavido por que no
haya desarrollado nunca un trabajo con sueldo fijo. En mi vida adulta
he vivido del takuhatsu (mendicidad) con una sensación de
urgencia constante. Por ello, cuando tropiezo con los burócrata y
con la particular actitud burocrática que prevalece en mi país, me
molesta mucho.
Si aquellos funcionarios públicos
pensasen de verdad que su vida vale algo, considerarían naturalmente
a su trabajo como a su propio “hijo”, olvidarían las molestias
personales, y se esforzarían en ayudar a aquellos que a ellos se
dirigen. Esta es mi opinión, y si vosotros lectores sois
funcionarios públicos distintos de aquellos que he descrito,
naturalmente está muy bien. En efecto, todos esperan que hayan
funcionarios escrupulosos con su trabajo. Descubriremos el verdadero
significado de la vida propia dedicando enteramente nuestro ardor a
todas las circunstancias y las personas que encontremos, tal como nos
dedicamos a nuestros hijos.
Aunque al amar a un niño, no
quiero decir que tengamos que favorecer continuamente todos sus
caprichos. Vivir con la Mente de los Padres significa también ser
prudentes y conscientes de las necesidades reales del niño, de otra
forma los sofocaremos con un amor ciego. El Tenzo Kyōkun
nos instruye detalladamente sobre el funcionamiento activo de tal
mente o actitud.
En la practica del Zazen es frecuente experimentar esa disolución de los limites de uno mismo. Al pasar el pensamiento a un plano secundario, saber donde termina uno y empieza el mundo se hace impracticable, a no ser que retomes la actividad mental usual y recompongas tu autoimagen. Es frecuente, para los practicantes de Zazen, experimentar la desaparición de su propia imagen mental que queda sustituida por un vacio, una sensación de transparencia y claridad. Muchos practicantes, al menos muchos con los que he conversado acerca de esto, reportan esta experiencia a la que consideran un gran logro y en la que invierten mucha energía para conseguir mantenerla. Pero según mi propia experiencia, y según lo que puedo observar de otros practicantes, esta “realización” no tiene el poder de transformar la mente en la mente de los padres. Habitualmente se convierte en una trampa. Un bucle que nos obliga a recomponer nuestra imagen, para volver a deshacerla, obligando a permanecer en un bucle estéril y agotador. Al leer este escrito de Kosho Uchiyama me doy cuenta de que el Zazen debe ser otra cosa que se practica desde este punto de salida que es la desaparición de tu propia imagen, debe ser algo que no es practicado por tí, ya que tu imagen voló. Quizá es la practica de permitir que el mundo empape ese espacio vacío. Que el universo llene el espacio que ocupaba lo que mas amabas. Tal vez ese vacío no sea mas que el amante sin amado. Igual la practica, despues de tantas palabras, solo consiste en cambiar el objeto de tu amor.
ResponderEliminarGrácias "Peaton" por tu visita y por tu comentario.
ResponderEliminarEn este capítulo, como en el resto de capítulos del libro de Uchiyama sobre el Tenzo Kyokun de Dogen, no está hablando de zazen (aunque también) sino de la vida cotidiana.
Frecuentemente en occidente (y puede que no solo en occidente) se olvida que el budismo zen, como cualquier budismo, está integrado por tres aspectos: sabiduría o gnosis, ética (comportamiento/vida cotidiana)y practica del cuerpo (meditación/zazen).
"La mente de los padres" (roshin), junto a "la mente mágnanima, o grande" (daishin) y "la mente alegre" (kishin), es decir "las Tres Mentes" (sanshin), como antídoto de "los tres Venenos" (codicia, odio e ignorancia) es la forma en que posibilitamos que el despertar se manifieste en nuestra vida cotidiana cuando no estamos practicando zazen.
Pasando a lo que comentas sobre esa sensación de trasparencia y claridad que a veces se manifiesta durante la práctica de zazen, creo que en realidad lo que se experimenta ahí no es más que un estado transitorio que no podemos confundir con el objetivo del budismo zen. En realidad ni siquiera creo que se trate de algo específicamente budista, sino que es un estado común a otras prácticas, como por ejemplo las prácticas yoguicas que Buda practicó antes de lo que la tradición designa como su despertar. Si nos apegamos a ese estado, por muy "espiritual" o deseable y placentero que nos pueda parecer, estamos creando una nueva fuente de apego, un nuevo aliado del propio egoísmo. Y como bien dices esa “realización” no tiene el poder de transformar la mente en la mente de los padres, convirtiéndose en una trampa.
En el comentario anterior, hablando de las Tres Mentes, dije que eran "la forma en que posibilitamos que el despertar se manifieste en nuestra vida cotidiana cuando no estamos practicando zazen".
ResponderEliminarMe atrevería a decir que tendríamos que interpretar aquí el término "forma" de la misma manera que, cuando hablamos de la posición del loto, la designamos como la forma de zazen.
Gracias por la aclaración. Me viene muy bien. Esa diferencia entre el zazen y la vida cotidiana es lo que quería expresar en mi comentario. Siento una ruptura entre la practica sentada y la vida cotidiana. En los periodos de zazen algo se disuelve, y poco después de sonar la campana hacemos el esfuerzo de recomponer lo disuelto. Es como un niño aprendiendo a nadar. Da dos brazadas y se agarra al borde de la piscina. El se siente muy orgulloso, ya sabe nadar, pero así no se cruza a la otra orilla. Solo se le da vueltas a la piscina. Se vive entre dos mundos sin disfrutar de ninguno de ellos. El texto de Uchiyama nos deja claro como levantarnos del zazen sin levantarnos del zazen. Muchas gracias por tu blog.
ResponderEliminarMe cuesta aceptar que no estaré ahí para experimentar, para apropiarme del gozo y del amado, que no acabe nunca. Un gran obstáculo. "Hambre de sensación", lo llaman los tibetanos. ¡Cuánta razón! Me parece que es que, sin querer, miento y digo anhelar lo que no quiero en absoluto.
ResponderEliminarun abrazo
Ane, una alegría verte y leerte de nuevo por aquí.
ResponderEliminarNo hay ningún problema en experimenter el "gozo". Solo que no es ahí donde obtendremos la liberación de dukha (lo que, de forma insuficiente y dada a la "confusion de las lenguas", se ha traducido como "sufrimiento", la 1ª noble verdad).
El problema esta en intentar aferrar ese "gozo", es decir en el "hambre de sensacion", en la sed, en trsna (traducido habitualmente como "apego", la segunda noble verdad).
Si intentamos aferrarlo, si ignoramos que, como todo, es impermanente, se convierte en una nueva fuente de sufrimiento.
o igual si que hay problema en "experimentar". Ya que como dice el sutra del corazon; no hay sensación, ni percepción, ni...el centro del asunto no esta en el objeto. Esta en que crees que percibes, que experimentas. Si que es un gran problema. Es el problema.
ResponderEliminaro igual si que hay problema en "experimentar". Ya que como dice el sutra del corazon; no hay sensación, ni percepción, ni...el centro del asunto no esta en el objeto. Esta en que crees que percibes, que experimentas. Si que es un gran problema. Es el problema.
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ResponderEliminarNs llaman "gakis" (espíritus hambrientos). Y para curarme de eso solamente se me ocurre recibir y soltar, recibir y soltar.
ResponderEliminarA lo mejor un día, de tanto hacerlo, se me olvida hasta el significado de esas palabras.
Que no consigo explicarme mejor pero sí estoy segura de que sabéis qué quiero decir.
Un abrazo fraternal.
Hola Roberto,
ResponderEliminarSabrías en que sutra aparecen estas palabras que Uchiyama cita en el texto:"Según la tradición cuando Shakyamuni alcanzó la iluminación total dijo: “He alcanzado la Vía simultáneamente al mundo entero y a todos los seres sensibles. Cada cosa, las montañas, los ríos, los arboles, todo ha alcanzado la Budeidad”.?
Muchas gracias!
Un abrazo,
Carlos
Hola Unknown (¡?). Disculpa el retraso en contestar. Respecto a lo que preguntas no se exactamente en qué sutra aparece esa frase. Por su contenido me atrevería a conjeturar que se trata de un sutra Mahayana. La misma frase es citada por Dogen en el Hotsu-mujhoshin de Shobogenzo (en la edición de la ed. Sirio en 4 volúmenes, puedes encontrar este texto de Dogen; en el tercer volúmen, pag. 376). Me pica la curiosidad saber cuál es tu interés respecto a esta afirmación atribuída al Buddha, pues yo también he reflexionado sobre ella numerosas veces.
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